La gestión del agua en el medio urbano ha cambiado en paralelo a las preocupaciones de las sociedades y los territorios en que se asientan. El primer y principal objetivo fue la vida y la protección de la salud, sigue siendo su función primordial, pero allí donde esto se ha conseguido con coberturas de suministro y saneamiento en condiciones suficientes y abordables surgen nuevas visiones y exigencias a la gestión del agua.
La primera es la de entender la gestión como algo más que la consideración del manejo de un recurso natural y un bien. El recurso agua se maneja mediante su captación, utilización y modificación de sus características antes de devolverlo al medio natural, pero se hace con la finalidad última de la prestación de un servicio. Es un servicio esencial que posibilita el uso y consumo del agua en unas condiciones determinadas de cantidad y calidad y en general en cualquier momento del día y época del año. La disponibilidad de agua apta para consumo en las condiciones adecuadas y la posibilidad de deshacerse de los residuos a través del alcantarillado, es susceptible de diferentes niveles de cumplimiento y aseguramiento del mismo en cualquier momento y circunstancia que obliga a su valoración desde consideraciones de riesgo; pues su incumplimiento cuenta con una cierta probabilidad y generaría unas consecuencias e impactos de muy diverso alcance dependiendo de la naturaleza, contexto, duración y localización.
Hacer posible la prestación de estos servicios, se sustenta sobre la utilización y modificación del recurso natural agua, pero precisa de infraestructuras y equipos que posibiliten la captación, tratamiento, distribución, recolección, depuración y devolución al medio natural. Todos estos procesos e infraestructuras constituyen una pieza fundamental en el conjunto de los sistemas de gestión del agua, de forma que la gestión de este recurso no puede entenderse si no es como un manejo integrado de agua, infraestructuras y niveles de servicio.
Lo expuesto hasta aquí es válido y aplicable a cualquier gestión del agua y muy especialmente a la que se usa en el medio urbano, con independencia del grado de desarrollo de las infraestructuras, tecnologías, disponibilidad y características del agua en el contexto de cada ciudad y de los requisitos normativos y de regulación que establezcan las condiciones en que se deben prestar los servicios.
La prestación de estos servicios requiere inversiones en infraestructuras y gastos de mantenimiento y operación de las mismas, así como de gestión y atención a todos los elementos que aseguran dichos servicios. La financiación de las inversiones y gastos son asumidas de muy diversas maneras según el contexto y la repercusión en los ciudadanos es aplicada según variados modelos de reparto y valoración. La sociedad, los ciudadanos a los que siempre acaba repercutiendo en forma de tarifas, tasas o impuestos los costes de la disponibilidad de estos servicios, en paralelo a su desarrollo económico, exige valores cada vez mayores de los niveles de calidad de servicios prestados sobre el coste de los mismos, y así surgen dos de los grandes retos que ha de afrontar la gestión del agua: garantía de servicio y eficiencia de gestión que asegure los costes adecuados a los niveles de servicio proporcionados.
Pero la consideración de eficiencia ya no se limita a los aspectos meramente económicos y su vinculación con los costes y tarifas óptimas para cada contexto social. La eficiencia tiene que contemplar todas las connotaciones ambientales en las que se presta el servicio, así como las derivadas del tipo de prestación que se realice y del uso del recurso agua que se haga. Y al incorporar las connotaciones ambientales se está incorporando de forma implícita y explícita la sostenibilidad en su sentido más amplio con todas las implicaciones de proyección de futuro y durabilidad.
Por consiguiente, la gestión del agua en el medio urbano hoy en día pasa por la integración de todas las consideraciones indicadas, que se pueden sintetizar en:
- Un objetivo principal, la prestación de un servicio con una clara identificación de los niveles de aseguramiento y riesgos de su incumplimiento
- Un condicionante primordial, la sostenibilidad ambiental de todos los procesos, empezando por la captación del recurso realmente disponible en términos sostenible, continuando con políticas de operación y con la devolución al medio natural con las características que pueda asimilar el medio y proteger el mantenimiento del buen estado ecológico de las masas de agua.
- La meta de la consecución de la máxima eficiencia económica en el conjunto de las labores de operación, planificación de inversiones y actuaciones en general que aseguren el cumplimiento de los objetivos de servicio y ambientales al mínimo coste.
- La aplicación de buenas prácticas de gestión que permitan el alcance de los objetivos metas y condicionantes indicados, mediante la incorporación de los medios, métodos y tecnologías adecuados, junto con técnicas de gobernanza eficaz, sostenibilidad financiera, gestión eficiente de infraestructuras, equipos humanos, integración institucional y legal y transparencia que permita el conocimiento por la sociedad de los elementos de prestación de un servicio esencial.