La economía del agua

El agua tiene una dimensión económica indiscutible puesto que es necesaria para la vida y está presente en todos los procesos de producción y consumo. Ahora bien, la económica es sólo una dimensión (y no la más importante) del agua. El agua no es una mercancía sino un patrimonio ecosocial. O, según la Directiva Marco del Agua, un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal.

El agua y los ecosistemas acuáticos, son susceptibles de ser usados de muy distintas maneras por la sociedad y aportan numerosos servicios al bienestar humano. Dado que el uso humano supone una injerencia en el funcionamiento de los ecosistemas y requiere, en muchos casos, una mediación técnica, se generan costes de distinto tipo, que la legislación actual describe como costes financieros, ambientales y del recurso.

La buena gestión del agua y de los ecosistemas hídricos exige prestar atención a la dimensión económica, considerando aspectos como la estimación y distribución de los costes, la eficiencia del uso, la resiliencia de los sistemas o el agua incorporada a las mercancías. Las instituciones que rigen la gestión del agua, incluidos los mercados, merecen una atención especial.

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