Durante la última década han surgido diversas redes de cooperación y coordinación social, de ámbito autonómico o a nivel de cuenca hidrográfica, que aglutinan a entidades, colectivos, plataformas y personas cuyo objetivo es promover modelos alternativos de planificación y gestión del agua que enfatizan  el carácter de bien común y patrimonio compartido del agua, indisociable del territorio, de los ecosistemas a los que da lugar y del paisaje y vivencias vinculadas con el agua, que identifican con los propios de la Nueva Cultura del Agua. Actualmente, existen 6 redes por una Nueva Cultura del Agua en España:

  • Red Catalana por una Nueva Cultura del Agua (Xarxa Catalana per una Nova Cultura de l’Aigua), creada en 2001 en el contexto de los debates en torno al Plan Hidrológico Nacional y el trasvase del Ebro, ha tenido un papel activo en el proceso de participación pública vinculado a la planificación hidrológica de las cuencas internas de Cataluña, en el que ha participado como parte interesada y evaluadora del proceso de participación.
  • Red Andaluza por una Nueva Cultura del Agua, creada en 2004 como coordinadora regional de movimientos sociales, activistas, expertos y académicos activos en la defensa de los ecosistemas acuáticos de Andalucía.
  • Red Ciudadana por una Nueva Cultura del Agua en el Tajo/Tejo y sus Ríos, creada en 2007 y formada por más de 100 entidades, instituciones y ayuntamientos españoles y portugueses interesados en la protección del río Tajo y de sus valores ambientales y culturales
  • Cuenca Azul, creada en 2008 por más de 10 entidades y colectivos en defensa de la protección y recuperación de los ecosistemas acuáticos de la cuenca del Ebro para promover una implementación ambiciosa de la DMA en dicha cuenca.
  • Red por una Nueva Cultura del Agua en el Júcar, creada en 2010 por más de 20 organizaciones de la cuenca del Júcar para promover la recuperación de los valores ecológicos, sociales, culturales y emocionales en torno los ecosistemas dependientes del agua en dicha cuenca, el uso racional y sostenible a largo plazo de los recursos hídricos de la cuenca, y la aplicación rigurosa de la DMA en el Júcar.
  • URANUEVACULTURA - Por una Nueva Cultura del Agua en Navarra, creada en 2011, su objetivo es la protección y defensa de los ecosistemas hídricos de Navarra.

El creciente deterioro de los ríos, lagos y humedales se ha hecho patente en las últimas décadas[1]. Al mismo tiempo, la planificación hidrológica de las administraciones ha continuado insistiendo en su estrategia de incrementar la oferta de agua para usos consuntivos -fundamentalmente, consolidación y expansión de regadíos-  mediante la construcción de nuevas infraestructuras de regulación y trasvase de aguas entre cuencas hidrográficas, sólo matizada entre 2004 y 2010 por la sustitución de los proyectados trasvases del Ebro a Barcelona y Alicante, Murcia y Almería por infraestructuras de desalación marina. Ante esta situación, han surgido multitud de colectivos, plataformas y movimientos sociales relacionados con conflictos sociales y territoriales en torno al agua -a escala local, regional y estatal- que cuestionan la legitimidad social de dicho modelo de gestión frente al deterioro ambiental irreversible que éste genera.

Por otra parte, la entrada en vigor de la Directiva Marco del Agua  (DMA) ha otorgado legitimidad jurídica a las demandas sociales de preservación y recuperación de los ecosistemas acuáticos, frente a la satisfacción de intereses económicos a corto plazo que internalizan los beneficios en determinados sectores de la sociedad pero que externalizan los costes del deterioro ambiental y de las infraestructuras al conjunto de la ciudadanía y de las generaciones futuras. Además, en línea con el Convenio de Aarhus, la DMA ha incrementado el espacio de la participación pública en la política del agua mucho más allá de los usuarios concesionales -para incluir a todas las partes interesadas y al público en general-, los órganos de participación orgánica, y los mecanismos previstos previamente en la legislación española  –incorporando el derecho de acceso a la información relativa a la política del agua y la participación en la planificación hidrológica. 

Sin embargo, en la práctica, las asimetrías entre los grupos de interés tradicionalmente involucrados en la política del agua -usuarios privativos del agua- y los nuevos actores del agua -entidades ecologistas, usuarios recreativos, organizaciones sociales, entidades ciudadanas, etc.- en relación con el acceso a la información y la capacidad de influencia  en la planificación y gestión del agua, se ha mantenido a favor de los primeros y en detrimento de los segundos, así como el discurso productivista del agua que ha sido eficazmente alimentado, en particular, desde instancias autonómicas.

La constitución de las redes por una nueva cultura del agua puede interpretarse como la respuesta ciudadana ante la necesidad de organizarse a una escala y de una manera que resulte efectiva para que los intereses comunes de la sociedad sean tenidos en cuenta en la política del agua, intentando superar las limitaciones del modelo de participación formalmente institucionalizado así como intentando aprovechar las oportunidades de participación abiertas por la DMA y la legitimidad jurídica que dicha norma otorga a los objetivos de protección y recuperación de los ecosistemas acuáticos y su uso sostenible a largo plazo.

Estas redes constituyen nuevas formas de organización social no formalizadas jurídicamente, basadas en el intercambio de información y conocimiento, el aprendizaje conjunto y el trabajo colaborativo y voluntario de sus miembros, con el objetivo de proteger y recuperar los ecosistemas acuáticos no sólo desde el punto de vista ecológico, sino también desde el punto de vista emocional, cultural y social.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los colectivos sociales y ciudadanos que defienden intereses comunes es la ausencia o fuerte limitación de recursos económicos, técnicos y humanos para alcanzar visibilidad social e influencia política. Ello también limita su capacidad para coordinarse con otros colectivos y desarrollar estrategias de acción conjunta en temas concretos o a mayor escala -por ejemplo, a escala de cuenca hidrográfica-, ya que los distintos colectivos y entidades suelen tener fines o ámbitos de acción concretos y diversos -entidades ecologistas, asociaciones de usuarios recreativos, sindicatos, plataformas locales en defensa de un tramo de río o de un ecosistema concreto, colectivos contra un proyecto, etc.-, al tiempo comparten los valores subyacentes en torno al agua, identificados con la Nueva Cultura del Agua. En este contexto, las tecnologías de la información y las comunicaciones son herramientas imprescindibles para el trabajo en red, si bien se mantienen encuentros anuales –como los que anualmente llevan a cabo las Red del Tajo y la Red Andaluza- y reuniones de trabajo de periodicidad diversa.

La organización en forma de redes permite a las entidades involucradas un elevado grado de autonomía en cuanto a sus actividades y participación en las decisiones colectivas y al mismo tiempo facilita su capacidad de comunicación, aprendizaje, colaboración y coordinación en temas más generales y a escalas territoriales mayores, permitiéndoles un mayor impacto conjunto en el debate social sobre la política del agua.

Una característica común a las redes por una Nueva Cultura del Agua en España es que el activismo social -manifestaciones, actos reivindicativos, lúdicos, educativos, etc.- se conjuga con la participación activa de miembros de la comunidad científica y técnica que ponen al servicio del interés común sus capacidades y conocimientos, empoderando a la ciudadanía y ayudando a la elaboración de alternativas técnicamente viables, de alegaciones y de propuestas.

Estas limitaciones y ventajas se han puesto de manifiesto a lo largo de los recientes procesos de planificación hidrológica en aplicación de la DMA en España, comenzados en 2004, en los que estas redes han actuado como centros de intercambio de información y aprendizaje, proporcionando asesoramiento a sus miembros y favoreciendo una participación pública informada en dichos procesos. Sólo en el caso de Cuenca Azul y de la Red Catalana por una Nueva Cultura del Agua las administraciones encargadas de la planificación hidrológica facilitaron cierto apoyo financiero para actividades de estas redes.     


[1] Ver por ejemplo los informes oficiales de diagnóstico del estado de las masas de agua en las demarcaciones hidrográficas elaborados por las autoridades de cuenca en 2005 (Informes relativos al artículo 5 de la DMA que se hallan disponibles en los sitios web de las Confederaciones y Agencias del Agua) y los informes sobre biodiversidad y sobre agua elaborados por el Observatorio de la Sostenibilidad en España: OSE (2008): Informe Agua y Sostenibilidad y OSE (2011): Biodiversidad en España.