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Escrito en plena juventud, el Poema del agua (1927) recoge la cara más optimista e intrépida de Manuel Altolaguirre. “Poeta vertical”, según Gerardo Diego, la celebración del gongorismo y el lenguaje de las vanguardias se alternan en el ciclón que recorre estos versos, un magistral retrato del paisaje de Málaga visto en picado y a través de las saltarinas aguas del río que le sirve de protagonista. Llevada por una incesante cascada de imágenes modernas y próxima al flash fotográfico, la escritura poética capta desde todos sus ángulos el festival de los sentidos en que se convierte aquí la propia naturaleza (del nacimiento del manantial, al gozoso espacio físico de playas y bañistas con que se cierra el poema). Reunidas en forma de libro tal como pensó Altolaguirre, las estrofas que lo componen fijan ya la visión voladora y acuática de Málaga repetida una y otra vez por los poetas de su mismo grupo.

Por su parte, las ilustraciones de Paco Aguilar insisten en prolongar la fuerza plástica delpoema y el acto creador al que responde. Al ritmo de su lectura y valiéndose de sus mismos recursos, sus voraces manchas de tinta azul fueron multiplicándose hasta dar lugar a la serie completa que puede contemplarse ahora en la sala de exposiciones que servirá de marco a la presentación del libro. Ingredientes fundamentales de la colección que lo recupera, poesía, arte y naturaleza palpitan de nuevo en los inconfundibles versos del Poema del agua de Francisco Chica.

El Área de Medio Ambiente y Articulación Territorial de la Diputación Provincial de Málaga, el CEDMA y la Fundación Nueva Cultura del Agua mantienen una colaboración desde 2005 en la que inauguraron la colección editorial de poesía, arte y naturaleza ‘El agua en pie’.

A estas entidades les une en común el trabajo en la defensa de los ecosistemas fluviales, el cambio de las políticas hidrológicas y, de modo más general, en la redefinición de las políticas medioambientales. Algo esencial para ello es promover desde la educación la sensibilidad social hacia la sustancia ‘agua’.

La Nueva Cultura del Agua aboga por un profundo cambio de valores inspirándose en la ética ecológica y la cultura de la sostenibilidad. Se trataría de vivir mejor con menos recursos, pero con más calidad y equidad en su reparto. Como acertadamente señala el Catedrático de Hidrogeología Francisco Javier Martínez Gil, la gestión del agua exige una inexcusable visión humanística en planteamientos que vayan más allá de un concepto cicatero del desarrollo económico cegado por el productivismo: ‘nos falta más cultura y sensibilidad que agua’.

En el cultivo de estos valores en el siglo XXI hemos de situar esta exposición en la que colaboran desinteresadamente los herederos del Manuel Altolaguirre, Francisco Aguilar y Francisco Chica y que desde aquí profundamente agradecemos. Poemas, pinturas, diálogos del agua para el alma y para la vida.
Bienvenidas sean.

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