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“La solución al cambio climático está en la tecnología”
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“La industria del agua se declara tecnológicamente preparada para enfrentar el cambio climático. La pregunta es: ¿quién lo paga?”[…] “”El cambio climático sirve como motor de transformación en el paradigma de la gestión y de la ingeniería del agua”, afirma el ingeniero Patrick Willems en un informe de la patronal europea EWA”. […] “Si hay algo en el que todo el sector coincide es que la tecnología necesaria para adaptarse a este desafío existe, está lista para ponerse en marcha”. El País. 19 abril 2020.
Distintas voces vienen insistiendo en que el camino para abordar el cambio climático, como en otros ámbitos, está en la tecnología. Concretamente en el caso del agua, se proponen muchas medidas como solución frente al cambio climático: la agricultura climáticamente inteligente, la modernización de regadíos, la desalación marina, y la regeneración y reutilización del agua.
Por ejemplo, las tecnologías de reutilización de aguas regeneradas pueden ser beneficiosas, pero sin una visión integral pueden reducir los caudales de los ríos, afectando a sus hábitats, y aumentar las demandas, agravando la escasez.
El optimismo tecnológico –la idea de que la tecnología es la solución a todos los problemas- olvida los múltiples ejemplos que desmienten dicha idea.
Muchas soluciones tecnológicas son solo medidas de final de tubería y retrasan la adopción de medidas que vayan a la raíz del problema.
Por “medidas de final de tubería” entendemos que son medidas que no resuelven los problemas de origen. Confiar en que la tecnología será suficiente para resolver cualquier problema presente y futuro contribuye a retrasar la adopción de medidas que se dirijan al origen o raíz de los problemas. Este retraso agrava el problema y reduce el margen de acción para atajarlos.
Las soluciones tecnológicas propuestas a menudo llevan asociadas una importante mochila ecológica y social por los procesos implicados en esas tecnologías.
Estas mochilas o huellas ecológicas incluyen, por ejemplo, minerales muy escasos utilizados en tecnologías de la información (envueltos en conflictos ambientales y sociales) o el creciente consumo energético del uso del agua por la modernización de regadíos o la desalación marina.
Incluso si los impactos ecológicos y sociales de la tecnología fueran pequeños y pudiéramos aplicar las soluciones a escala global, la tecnología no tiene la fuerza necesaria frente a la magnitud de los problemas a los que nos enfrentamos.
Evidentemente, para adaptarnos al cambio climático nuestras estrategias han de incorporar aportaciones de la tecnología, particularmente tecnologías de bajo impacto ambiental y bajo coste, elaboradas con materiales locales, o con una mayor durabilidad. La falacia está en confiar en que la tecnología será suficiente para resolver los problemas actuales y futuros derivados del cambio climático.
Como señalan las conclusiones del XI Congreso Ibérico de Gestión y Planificación del Agua “La visión técnica no es suficiente para abordar la complejidad e interdependencias existentes en este ámbito. Se necesita percibir y gestionar los ecosistemas acuáticos desde una perspectiva más interdisciplinar y compleja, donde hace falta involucrar a las personas afectadas, que tienen conocimiento para solucionarlas. Se trata de crear nuevas formas de co-producir conocimiento en el ámbito de la gobernanza del agua”.
Cambio de sistemas de riego por gravedad a sistemas de riego presurizados (tuberías y riego por goteo). Aumenta la productividad pero también el consumo energético y no ahorra agua sino que incrementa su consumo total.
Conjunto de todos los impactos ambientales generados, por ejemplo, por un territorio, por una actividad o por la elaboración, uso y desecho de un producto.
La forma habitual de reutilización, por ejemplo de las aguas residuales, es la reutilización indirecta, en la que el agua es devuelta a los ríos y utilizada en nuevos usos aguas abajo. La reutilización de aguas regeneradas se refiere a la reutilización directa, es decir, a su utilización en nuevos usos sin ser devuelta previamente a los ríos. La reutilización directa más frecuente es el uso de aguas residuales depuradas en el regadío.
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